Bag Rincón de Mamá

Parque de Otoño

Esa mañana era fría en Londres. Me hace gracia, Londres y frío parece asociado pero no siempre es así. Que se lo digan a los muchachos que alquilan las sillas para disfrutar al Sol. El caso es que llegue un poco antes a mi trabajo. Mi pequeño apartamento se me antojaba agobiante de madrugada y decidí marcharme. Total, el trayecto de una hora sería un poco más tranquilo a esas horas tan tempranas. Y como no me apetecía café salí por la parte opuesta del metro hacia el parque.

El otoño estaba presente dejando su firma alrededor. Los remolinos de hojas, las ramas casi desnudas zarandeadas por el viento, los cuervos enzarzados en sus juegos. Si definitivamente estábamos de lleno en el pasillo que antecede al salón del invierno.

Elegí un banco al azar, quizás el más solitario y apartado de los emocionados turistas que bajan a todas horas camino de Buckingham Palace. Seguramente un banco en los jardines de palacio ansíe que alguien se siente sobre él, pero como poco deberá a esperar a primavera o verano. O que el servicio secreto decida que es seguro que en ese momento no hay ningún satélite de Elon Musk a la vista. Después de todo, quién quiere estar inmortalizado en los bancos de memoria de Elon o en el Google Maps de turno.  Quizás un investigador del futuro un día dé con la foto de este parque y aquí sentaba me vea con mi bolso y este iPad escribiéndote ahora. Tal vez un Monet del futuro también me vea en esa fotografía e inmortalice en un lienzo sobre las costumbres en Londres en la primera mitad del siglo.

Es bueno tener tiempo libre porque la imaginación nos pone donde estaremos en un futuro, y a lo mejor en este preciso momento ningún satélite a la vista, inmortalizará a nadie ni a nada. Quizás seamos como esa ardilla que contempla al paseante, pensando que hoy la harán selfies, cuando la verdad nadie mira hacia el árbol, si no más bien al remolino de hojas que da la sensación de llevarnos a una trampa a la que caer.

Bueno me dejo de conjeturas, la señora Alice tiene cita a primera hora, guardaré el tablet en mi bolso y dejaré que las hojas me acompañen hasta las puertas de Green Park, empieza mi mañana.

Louis Vuitton universal

De pequeña jugaba con el baúl de mi tía. Abría cajones, compartimientos donde guardaba y doblaba un simple trapo blanco que en mi imaginación se transformaba en mil vestidos. Mi tía fue  una persona muy especial, por delante de su tiempo y por encima de cualquier tristeza ya que por algo nació en los felices años 20.

Nosotros de haber vivido en esa época con nuestra formación, el incipiente progreso y avance de esa sociedad nos hubiera mareado doblemente. Por compararlo de alguna manera, sería como si ahora existieran varias empresas del tipo de Apple, y cada una de ellas nos sorprendiera todos los meses con una novedad, si cabe más sorprendente que la anterior.

Mi tía, me contó la historia de aquel baúl. Mi abuelo reciclador y sostenible nato antes de la era Greenpeace, compraba la chapa del barrio de Salamanca en Madrid. La limpiaba, cortaba y estiraba para conseguir hojas limpias y planas de chapa. Una vez que reunía la cantidad suficiente, cargaba una  vieja camioneta Ford  con arranque a manivela y partía hasta la ciudad de Albacete. Allí uno de los más famosos e históricos fabricantes de cuchillos y herramientas de corte de nuestro país, le compraba la materia prima. Aquel fabricante tuvo la idea de crear una nueva ala de negocio para sus fábricas. La creación de baúles de viaje.

Después de visitar la exposición del museo Thyssen de Louis Vuitton y contemplar su trabajo, no he podido evitar la comparación de aquel baúl de mi tía, con el material allí expuesto.

Louis Vuitton  fue un pionero que revolucionó la forma de mover el equipaje. Del clásico baúl de viaje con tapa redonda, introdujo la tapa plana para así permitir almacenar más equipaje encima de otro. Tanto en trenes, diligencias, paquebotes o barcos. Obviamente apostó por la piel y público de lujo, creando igualmente los primeros maleteros para automóviles y porta ruedas. Caso curioso es que los porta ruedas se transformaron con el tiempo en porta pamelas o sombreros de mujer. Un uso que sigue hasta nuestros días.

En el caso del baúl, la comparación del baúl de mi tía y del Louis Vuitton se asemeja bastante. Quitando lo obvio como la piel con el anagrama de Vuitton, el baúl se encuentra forrado de las chapas recicladas de varios colores y motivos impresos. Sujetos con miles de clavos y embellecidos con madera. Por dentro se forra con papel pintado.

Baúl Concha
La inspiración de Louis Vuitton. Lo podéis ver en la tienda de Madrid.

No cabe duda, que aquel fabricante albaceteño, emprendedor y viajero con posibles, tuvo a su disposición un baúl genuino Louis Vuitton. Quién sabe si no lo compró directamente en Paris a mismísimo Louis Vuitton. Para luego recrearlo de forma más asequible para un público que bien no pudiera permitirse un Vuitton, o que preferiría la durabilidad y consistencia de la chapa a la piel.

Chapa o piel

De aquel viaje mi abuelo Juan regreso con un baúl que formó parte del ajuar de mí tía en su boda. Allí recuerdo que guardaba sus sombreros de los años 20 con plumas de actriz de Hollywood, guantes de paseo, abrigos tipo Audrey.

Tras el fallecimiento mi tía, el baúl estuvo guardado en un trastero con algunos libros de mi niñez. Pero cuando se abrió el Rincón de Mamá en Madrid el baúl volvió a viajar, esta vez a la calle Chile. Ahora pasa el día tranquilo, escuchando a nuestras clientas relatar cómo han sido sus vacaciones, sus viajes, sus mejores recuerdos. Y lo que más le gusta, ver cómo va rotando la moda en los percheros, como se va aquel vestido Missoni y viene uno nuevo con corte Chanel. De atesorar moda a contemplarla, seguro que mi Tía estaría feliz con su destino.

Indudablemente sin Louis Vuitton, este baúl no existiría. Sin las innovaciones técnicas y visión de futuro tanto este baúl, como mil cosas cotidianas que no nos hemos parados a contemplar existirían. Cuando un genio, cuando un creador hace cosas para mejorar la vida a los demás, su impronta permanece a lo largo del tiempo. Se perderán sus nombres, su recuerdo pero su obra integrada en nuestra vida, permanecerá para siempre.

Nuestro agradecimiento al Museo Thyssen y mención especial a los grandes diseñadores de la moda, por su aportación a la belleza.

 

 

Arco Iris Rincon de Mama

Preparando Galería

Quedan menos de 24 horas, mientras la presión va aumentando a golpe de segundero de reloj. El teléfono no ha parado de sonar desde el albor de la mañana. Incluso el gallo celoso de lanzar su clamor a la mañana nos ha mirado mal al salir a la calle. Es el precio de estar presente en un evento. Da igual que sea La Galería del 32 o la feria de la moda en  Nápoles. Son miles de ajustes,  ideas y soluciones las que te salen al paso antes de un evento.

Mover al El Rincón de Mamá  no es fácil, no por los volúmenes de espacio que pueda derivarse, si no más bien por llevar a todos los proveedores a los que representamos. Ningún trabajo de ninguna persona debe ser descartado ya que todos llevan su historia y su esfuerzo. No se puede discriminar a las pieles en favor de los que no les gustan o el color rojo porque a otros les guste el malva.

Obviamente no se pretende desembarcar en Galería del 32 con todo,  pero si lo más plausible o representativo. El alma del rincón son muchas cosas,  es un arco iris donde no se obvia ningún color.

Y una vez dicho esto,  seguimos empaquetando,  para que cuando nos visites veas como ese hermoso arco iris se abre ante tus ojos.

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Arco Iris Rincon de Mama

El rincón de Mamá

Show Room de belleza y moda

No hemos querido esperar más, si tienes libre la tarde del próximo sábado 25 de octubre, tienes una cita en Sonia Atanes. En una colaboración de belleza y moda, Sonia Atanes comparte con todos los amigos y clientes del Rincón de Mamá, una velada en la que se harán las propuestas más actuales en belleza, acompañado con una selección muy especial del Rincón de Mamá en moda.

El horario será desde las 18:00 hasta las 22:00 horas. Sonia Atanes está en la calle Pedro Rico número 13.

Recuerda, si no tienes una «misión» importante,

¡Te esperamos!

El rincón de Mamá