AzulArtico

Pendientes de azul ártico

Pendientes de azul ártico

El azul ártico se derrite, un pájaro de fuego ha elegido aquellas latitudes para instaurar su nido. Las afiladas cuchillas de hielo, se convierten en manantiales que van a descansar al mar. En uno de esos cristales de agua congelada hace millones de años, quedó atrapado un reflejo del mismo cielo. Y ahora gota a gota azulada, va escurriéndose entre heridas de hielo, entre puentes de nieve hasta que una avispada ola coge entre sus dedos de sal, esa gota del cielo. Y ya en sus manos, se deja llevar por la corriente hasta que semanas después, a través de ese torrente que es la inspiración, las manos de Charo Marín con el cristal de Murano y la plata, recuperan esa tonalidad Antártida y celeste para crear un pendiente sin imitadores. La naturaleza es sabia y al igual que no clona galaxias, ni planetas, ni especies, ni montañas, los pendientes de azulado porte no tienen a semejantes.

Una obra de arte que se bifurca en un baile de plata para luego volver y engarzar el azul, como solo las aves saben que se engarza el horizonte.

Todos tenemos el recuerdo o al menos la sensación que tuvimos, la primera vez que vimos el mar. Ese horizonte sin fin separado por la línea fina del cielo. Ese lugar que de existir, mezclaría los tonos de todos los azules que existen y los que han de descubrirse, como el de estos pendientes.

Una oportunidad, una ocasión de ver un azul alquímico, muy difícil de contemplar si no se domina el timón en los sueños.

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Pendientes de azul ártico

Maletas al viento

Con las maletas al viento

A veces lo más seguro para nuestra supervivencia, es coger las maletas y el primer billete disponible hacia ninguna parte. Y así fue en aquella ocasión, en la que un amigo de confianza, se tornaba en titiritero, acróbata, león y hombre cañón. Confieso que me gusta el circo, pero siempre de espectador nunca como fiera mansa domada tras el látigo o el embuste de las luces y los trajes brillantes. No sé que ví en ese prestidigitador de pista, pero no era cuestión de juzgar lo uno ni al otro, así que junto a mi André, tomamos el tren que partía hacia el norte. André al que convencí sobre el asunto del viaje  «un viaje sorpresa», miraba por la ventanilla del expreso buscando algún tipo de pista. Quizás leyendo entre las líneas que dan las montañas, los postes de teléfono o los nombres de las estaciones.

En cada parada André se inquietaba, no sabía si debía levantarse o seguir esperando. Mi tranquilidad le inquietaba, pero yo solo veía al bueno de mi amigo por todas partes; dando la salida al tren, vendiendo comida por los vagones, asomándose en el compartimento siguiente…

A veces creo que el destino juega con nuestras vías y cambia los raíles hacia rutas que no queremos. Y que una vez conscientes hacia dónde vamos solo nos queda la terrible decisión por delante. Bajarse en la siguiente, arrojarse en marcha, no hacer nada o amotinarse ante el maquinista. Soy más partidaria de cambiar de tren en la siguiente estación, pero juro que a veces me gustaría subir por el techo del tren, como en esas películas del Oeste y saltar sobre el incauto maquinista que solo mira al frente. Desenganchar todos los vagones que una lleva de balde en la vida y partir sola en la vida, con las personas que quiero, con el equipaje justo, sin sobrecargas.

El tren continuaba atravesando montañas, túneles, países diversos y el recuerdo de mi querido amigo junto a su rostro se difuminaba en el vaho de las ventanas. Quizás ya cuando el último atisbo se esfumó, como el círculo de humo que sale de una pipa, entonces pude reaccionar.

¡Nos bajamos en la próxima André!

André no protestó, se levantó a coger el equipaje, no le dejé coger mi bolso maleta, este le llevo yo, de momento no necesitaré ayuda le dije. Cuando el tren se detuvo bajamos en una pequeña estación. No había nadie esperando, tampoco nadie subió. Esperamos hasta que el tren se marchó y el silencio nos envolvió. Al lado un pequeño riachuelo dejaba su melodía, André se sentó en el banco mirando a ambos lados de la estación, como esperando a alguien. Y yo sentí por el momento envidia de una hoja que navegaba ella sola por el río. Sorteando juncos, desniveles, remolinos y rocas. Se alejaba despacio pero segura, el pequeño río, un auténtico Amazonas para su tamaño que a ella no la preocupaba.

Si de verdad somos meras hojas en un río, cuando me alegro de no ser esa roca que inmóvil espera su turno para flotar por ese río, de ese junco atornillado y perecedero que no se inmuta ante la corriente, o el remolino que da vueltas y vueltas y nunca llega a nada. Y como hoja, como dueña de mi misma y mi destino, cogí la mano de mi André y nos pusimos a caminar.

Nos atrapó la noche, aunque estoy convencida que nosotros la atrapamos a ella, en aquel hotel improvisado que un lugareño sorprendido al vernos, nos facilitó el acceso a su albergue con otros viajeros perdidos. Y allí entre mochilas, maletas y viajantes  como diría el poeta unos años más tarde, descansamos donde habita el olvido.

Bolso en tienda (99 €)

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Bolsos maletas

Azul de lluvia

Blusa azul, como la lluvia

blusa azul Detalle
Azul lluvia

A veces las gotas de lluvia, son perlas nacaradas que se deslizan por la ventana atraídas por la música de mi piano. Cuando suenan las cuerdas, el aire se viste de fragancia musical saliendo en todas las direcciones. Y cuando el dueto vibra siguiendo las notas del papel, las gotas en el cristal, meras espectadoras se aferran con fuerza a su superficie. Pero van perdiendo fuerza y se deslizan unas sobre otras, formando ríos que serpentean obstáculos invisibles para caer en el rellano de la ventana.

Me gusta pensar que alguna de esas notas se aferraron como un náufrago vibrante al líquido salvavidas que las lleva al mundo físico. Y que una vez provistas de un cuerpo acuático se dejan caer por la fachada hasta alcanzar el suelo, allí donde chapotean mis hortensias, donde el rosal afina su violín de terciopelo. Y las notas de mi piano, al verse libres de las normas que dicta el pentagrama corretean por los charcos silbando los que les viene en gana.

Y así el orden que roza la divinidad de la sonata de luna, se confunde con el griterío de unos chiquillos que juegan a ser gotas. Y ese griterío inconsciente estimula a mis dedos para que el piano siga cantando la libertad de muchas más notas. A veces creo que delirio; pero el sonido de Beethoven embriaga, tanto talento, tanta hermosura, que hasta la lluvia se presta a ser su guardia, su chofer a la amada tierra.

Ahora el temporal arrecia y Tchaikovsky toma la iniciativa. Las gotas parecen vivas, la ventana es una cascada cuyo manantial del cielo salta de su aljibe. Músicos imaginarios tocan sus instrumentos, ahora la obra avanza y la ventana es una herida, de la que brota música con vendas de agua. Imaginaros mis lirios que felices, por una vez todo el maná a su alcance.

Me encanta la música, me encanta ver la lluvia, disfrutar de esos momentos en los que el tiempo es una ecuación sin prisa para resolver. Solo cuando llega mi André se detiene la música, calla ese flautista que perdió Mozart, silencia el Oboe Handel y en una esquina rueda vergonzosa una batuta, el maestro de la sinfonía de mi alma ha llegado, y yo como en los días de lluvia, siempre azul, siempre sonriendo; como el cielo.

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El Rincón de Mamá en la Mercedes Benz Fashion Week 2016

Mercedes Benz Fashion Week

Mercedes Benz Fashion Week 2016

Y de nuevo una vez más, el Rincón de Mamá asistió a la Mercedes Benz Fashion Week de 2016. La llegada al Pabellón 14 de IFEMA prometía, una caravana de coches de lujo y sus choferes esperaban a las puertas.

Rossy de Palma
Rossy de Palma da instrucciones a su chófer y acompañantes, mientras Bibiana al fondo, conversa con la prensa.

 

 

Allí nos encontramos a una Rossy de Palma vestida de un color blanco espectacular aplicado a unas prendas muy impactantes. La acompañaba Bibiana que tuvo la amabilidad de saludarnos, como ya lo hace casi todas las mañanas vía Instagram o como en aquella ocasión en Tele 5 gracias a esa gran persona que es Maxín Huerta.

Una vez dentro, las distintas firmas de prensa especializada publicitan sus medios. En todas puedes fotografiarte, y algunas daban regalos a los asistentes una autopromoción muy necesaria en un medio tan competitivo como el de la moda.

 

 

 

 

 

Zapatos Swarovski Mercedes Benz Fashion Week
Impresionantes zapatos con cristal de la prestigiosa firma Swarovski

Swarovski también mostró sus pasos en el mundo de la moda, unos maravillosos zapatos, así como dos collares de ensueño. Uno de ellos es el que lleva la protagonista de la película, El fantasma de la Ópera.

 

Aparte de los correspondientes desfiles, también El Rincón de Mamá pudo contemplar una muestra de vestidos, que sin duda marcarán tendencias.

Siempre es un placer acudir a una feria de la moda, a una pasarela. Quizás no tanto por los nuevos diseños y las nuevas propuestas, que siempre gustan y arrojan aire nuevo, si no más bien por ver a las personas que acuden a estos eventos. Personas con personalidad, vestidas como ya no se ve por la calle, multitud de colores, de estilos, de ilusiones. Cada persona es única, cada persona es diferente. Algo que dista mucho del tiempo actual y la moda que se mueve en la calle. Basta con pasear, con entrar en cualquier superficie o viajar en transporte público para ver la misma ropa en mil mujeres. La vida es diversidad, las personas somos diferentes, rompamos de una vez la lanza de la moda industrial en pos de un estilo único y definido. Huir de la estafa de la normalidad, del cualquier trapito me vale, de que esta camisa de pocos euros me vale para salir al paso.

La vida solo pasa en una dirección, dejemos huella o no. Sentirse bien al verse en un espejo es transmitir nuestra verdadera esencia. Obviemos entonces lo que dice la industria standard, amemos la moda, amemonos a nosotras mismas y el resto del día ya lo veréis, un agradable pasaje.

Enhorabuena Mercedes  Benz, como siempre desde hace un siglo nunca has defraudado a tus seguidores, ni en tus vehículos, ni en tus sueños. Por siempre.

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el rincón de mamá
El Rincón de Mamá