Platero en el rincón

Platero, si pudieras entrar al rincón de mamá, te pondrías a mirar a ese precioso borriquito plateado que se refleja en el espejo del rincón. Platero, tú no entiendes de pulseras ni pendientes de mujer,  no sabes de bolsos ni complementos, ni te preocupa la moda de Paris. Tú solo sabes y ya no recuerdas, las viejas riendas de arar que yo te enseñé una vez en el establo olvidado. Si pudieras ver con tus ojos de cristal y perla, las mariposas que revolotean en esta tienda de tantos sueños, te pondrías a mover tú cola de seda, al igual que lo haces en Moguer los días de fiesta. Si pudieras entrar Platero, olerías su aroma a jengibre y amigos. Te tumbarías como lo haces en verano, bajo la parra de la antigua venta y descansarías. Dejarías que pasaran tus tardes y tus días, sin que nada te molestara. En el rincón de mamá Platero, serías un niño pequeño, mirando como brillan sus tesoros, dejándote que los que lo visitan te llenaran de caricias. Platero, el rincón tiene velas y perfumes para casa, como aquella vez que aquel loco te derramó en tu lomo, aquél perfume de rosas, y tú asustado te fuiste para el monte. Que susto Platero me diste. Pero no temas, aquí el loco no tiene entrada, ni el vendedor de animales, ni las aves de plumas negras. Solo entran los niños y las hadas. Alguna vez un alma perdida, que encuentra un remanso en su vida.

Platero que bonito estarías, cubierto con los pañuelos de seda, como se agolparían los chiquillos en el escaparte para verte entre risas y júbilo. El  rincón quiere a Platero, como tú a los verdes campos en primavera. ¿Recuerdas las amapolas y la fresca hierba de nuestro pueblo? Cuando Platero se hace de algodón y al pasar por la iglesia, el padre hace sonar la campana, para recordar cuando Jesús entró Jerusalén montado en otro Platero. Y tú como un chicuelo pillo, sales al trote por la calle del duende.

Cuando pases por Madrid Platero, en tu nube blanca de lluvia de esperanza, fíjate allí abajo, donde huele a jengibre y caramelo, como hay una tiendecita que se parece a nuestra casa.

Quién sabe Platero, si cuando volvamos a casa, llevemos una caricia de este lugar, en nuestra alma.

Platero en el alma del rincón
Esta bella tetera, fue seleccionada por su calidad y su alma de Platero.

Homenaje del Rincón de Mamá a Juán Ramón Jiménez y su obra «Platero y yo» En su 99 aniversario.

Escrito por Rubén García Codosero

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