La calidad de un anillo
La calidad de un anillo
Anillo blanco, de plata, anillo de mujer. Una joya que en se enmarca en los complementos que podemos llevar todos los días. Con cristales de Swarovski para darle más brillo a un anillo imperecedero.
Cuenta la historia, o mitad la leyenda. Que el joyero en Versalles probó todos los diseños posibles, se inspiró en la naturaleza, en los animales y en las distintas estaciones del año. Agotada ya su inventiva y ante la impaciencia de una reina que quería todos los días algo nuevo, el maestro recurrió a los engarces de diamantes. Optó por cada día desde su taller incrustar un pequeño diamante nuevo en el anillo.
La reina ya no distinguía si el anillo era nuevo o repetido. El maese podría haber repetido el mismo diseño en varias ocasiones y se hubiera ahorrado muchos quebraderos. Pero era un hombre de palabra y si se traicionaba a sí mismo nada tendría sentido. Por lo tanto cada día con cada piedra preciosa, calmaba su culpa y satisfacía a su reina.
Una reina con joyeros atestados de anillos, y que jamás reparó en ninguno de ellos. Hasta que pasados 365 días y agotados todos los diamantes. El joyero la instó a cambiarla el anillo por uno nuevo que asemejaba una hoja de nenúfar con una pequeña esmeralda.
Sólo su anillo
La reina optó por rechazarlo, ese anillo blanco de plata, se había convertido en un icono. De hecho en varias pinturas nuevas aparecía con él. El maestro quedó excusado de su deber cotidiano y la reina se sumió en sus asuntos.
Aquel anillo, pertenece ahora al tesoro de Francia, pero una copia inspirada en el mismo ha llegado a nuestro Rincón. Procede de Nápoles, de una familia joyera muy antigua. Quién sabe si los antepasados napolitanos, sean descendientes de aquel joyero. Pero lo que está claro que si conocían esta historia.