Hotel Ritz
Querida María, acabo de llegar a Madrid y no he podido contenerme para escribirte. Los avances de la ciencia ya no tienen la barrera moral.
El vapor está por desarrollar, ya se rebasa la velocidad de un caballo y estoy convencido que pronto viajaremos a más de 40 kilómetros por hora. Dicen que la electricidad, ese invento que ilumina estancias como la de este hotel, hará que los hombres sueñen y con ello se creen nuevos prodigios. Imagínate hacer máquinas silenciosas que muelan el trigo.
Ya sé que soy un visionario y que voy por delante de 1911, pero la época que se nos abre delante quien sabe lo que nos depara. Quizás las cartas vayan ellas solas por un hilo eléctrico, quién sabe. Solo agradezco a Dios vivir en esta época, donde un día te sorprendes y otro también. Sin duda la humanidad tiene un futuro muy grande.
Espero que llegue ya la próxima semana para ir a recogerte a la estación de Atocha. Te gustará pasear junto a mí por el paseo de las delicias, está espectacular en esta época del año. Tus primas Belinda y Daniela también te esperan, ya sabes que les encanta que les cuentes como visten las damas en París. Adoro contigo nuestros bailes de Salón, las visitas de los amigos, el té en la terraza, al bueno del Védrines con su loca carrera Paris – Madrid, ya sabes que no le para nada, ni el canal de la Mancha, ni nada que se proponga.
Como nosotros, siempre juntos.
André – Hotel Ritz de Madrid 8 de Mayo de 1911.