Pendientes Perla

Pendientes y compañía

Nunca debí aceptar su compañía. Era una mala época donde el trabajo y la falta de tiempo me impedían parar en el escaparate. Algún vestido colorido visto de reojo mientras iba a la carrera, pero poco más. Hasta que llegó otoño y el frío y la lluvia me obligó a refugiarme en ese escaparate, guarnecida por aquel viejo toldo que plantaba cara al cielo, o al menos lo pretendía.

Mi mirada recorría aquel escaparate maravilloso. Zapatos de ensueño, bolsos de película, collares de fantasía y aquellos….pendientes. Tan pequeños, tan delicados, tan brillantes que no podía apartar mi mirada de ellos. Estaban junto a un cálido gorro de lana con un pompón gracioso, pero ellos destacaban por encima de todo.

Pendientes Perla

Haciendo un esfuerzo, (adiós a tomar el autobús en unos días) me los compré. No sé por qué, yo no soy de ponerme algo nada más comprarlo, me puse los pendientes en la propia tienda. Salí caminando, lloviznaba un poco y ocurrió. Una voz masculina que decía “me permite” me recorrió todo el cuerpo. Cuando pude darme cuenta un paraguas negro agarrado por unos elegantes guantes de cuero, cubría todo mi cuerpo. Aquel hombre amable, con su corbata azul de rombos, su olor a perfume de Hugo Boss, su limpia mirada, me había conmovido. Me acompañó andando a mi casa, mantuvimos una conversación agradable, yo no daba crédito, nunca me había ido con un extraño. Pero supongo que las circunstancias de la lluvia, las buenas maneras en estos tiempos, me embriagaron y permití que me acompañara. Agradecí no tener el dinero para el autobús y ese paseo bajo la lluvia.

Llegamos a mi portal, nos despedimos, el me invitó a una taza de café pero la rehusé, estaba maravillosamente nerviosa.

Al día siguiente, a la misma hora con el paraguas cerrado y con frío, aquel hombre me esperaba en el mismo sitio donde le encontré.

Poco a poco fuimos quedando, nos fuimos conociendo y hasta nos casamos. Lamentablemente a veces las cosas no salen como una quiere. Hoy con mis pendientes le he servido un té caliente. Llueve y hace frío, la rutina se agolpa en los cristales y pierdo mi mirada en los tejados.

De repente el sonido de la taza de té en el suelo me ha sobresaltado, tendré que fregarlo antes de entregarme. No pasa nada, seguro que algún día escampa y podré pasear tranquila por la avenida. Ya no olerá a perfume, pero mis pendientes brillarán como lo hacen las gotas al resbalar entre las hojas, eternamente felices.

Pendientes de perla

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Show Room Sonia Atanes & El Rincón de Mamá

Después de un fin de semana intenso y plagado de buenas energías, os mostramos como fue el show room de Sonia Atanes & El Rincón de Mamá. Si quieres estar informad@ de nuevos eventos, no dudes en subcribirte a nuestro blog.

¡Gracias por estar guapas!

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El rincón de Mamá

Show Room de belleza y moda

No hemos querido esperar más, si tienes libre la tarde del próximo sábado 25 de octubre, tienes una cita en Sonia Atanes. En una colaboración de belleza y moda, Sonia Atanes comparte con todos los amigos y clientes del Rincón de Mamá, una velada en la que se harán las propuestas más actuales en belleza, acompañado con una selección muy especial del Rincón de Mamá en moda.

El horario será desde las 18:00 hasta las 22:00 horas. Sonia Atanes está en la calle Pedro Rico número 13.

Recuerda, si no tienes una «misión» importante,

¡Te esperamos!

El rincón de Mamá

Bolso rosa a flor de piel

Esta mañana amaneció nublado. El otoño ya ha tomado el lugar que le corresponde (según dictan los reyes de España) y nos toca poner caras melancólicas y vestirnos de color gris. Los días de luz y calor del verano se han terminado y la razón nos dice que hay que volver a la lucha del día. Mis sandalias con un bostezo permanecen abrazadas, cada par con su gemelo, cada recuerdo dormitando.

Pero no sé por qué tenemos que vestirnos de colores apagados. Hace tiempo pensaba que era un luto que se guardaba al verano, pero el paso del tiempo me ha hecho pensar que nos ocultamos en esos colores. Que después de la felicidad y de lo bueno viene el tedio y la rutina.

Este otoño he decidido abandonar el luto o las convicciones de la mujer del hombre invisible. Demasiadas mujeres invisibles por la calle que parecen chocar unas con otras, sin lanzar chispas, sin colorear el frío aire.

Mi viejo bolso de Otoño no ha protestado cuando le ignorado. “Mejor para mí” pensaría mi bolso si tuviera conciencia. Y he salido a la calle pese a las nubes y a ese sol encapotado con mi nuevo bolso rosa de piel. Un tenue color para llevar mis cosas, a juego con mi móvil imaginario, con mi billete de avión al verano,  con el regalo de un atractivo admirador, con ese rímel que causa tortícolis a los hombres, con ese perfume que ideo Dior en su villa de Granville.

El rosa de mi bolso enoja al celoso que atesora grises y  sombras, al vendedor de mantas y abrigos de bostezo, al que usurpa el brillo de los ojos con los precios.

Esta mañana amaneció nublado y mi sonrisa le dio la vuelta al cielo…¿Podéis creer que pude oír reír al sol de los cielos?…. ¡Cierto!

 

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