Pendientes de azul ártico

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Pendientes de azul ártico

El azul ártico se derrite, un pájaro de fuego ha elegido aquellas latitudes para instaurar su nido. Las afiladas cuchillas de hielo, se convierten en manantiales que van a descansar al mar. En uno de esos cristales de agua congelada hace millones de años, quedó atrapado un reflejo del mismo cielo. Y ahora gota a gota azulada, va escurriéndose entre heridas de hielo, entre puentes de nieve hasta que una avispada ola coge entre sus dedos de sal, esa gota del cielo. Y ya en sus manos, se deja llevar por la corriente hasta que semanas después, a través de ese torrente que es la inspiración, las manos de Charo Marín con el cristal de Murano y la plata, recuperan esa tonalidad Antártida y celeste para crear un pendiente sin imitadores. La naturaleza es sabia y al igual que no clona galaxias, ni planetas, ni especies, ni montañas, los pendientes de azulado porte no tienen a semejantes.

Una obra de arte que se bifurca en un baile de plata para luego volver y engarzar el azul, como solo las aves saben que se engarza el horizonte.

Todos tenemos el recuerdo o al menos la sensación que tuvimos, la primera vez que vimos el mar. Ese horizonte sin fin separado por la línea fina del cielo. Ese lugar que de existir, mezclaría los tonos de todos los azules que existen y los que han de descubrirse, como el de estos pendientes.

Una oportunidad, una ocasión de ver un azul alquímico, muy difícil de contemplar si no se domina el timón en los sueños.

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3 comentarios sobre “Pendientes de azul ártico

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